H.P. Lovecraft (1890-1937)
Traducción de Javier Gómez
He consultado mapas de la ciudad con el mayor esmero, pero aun así jamás volví a encontrar la Rue d’Auseil. No hablo solo de mapas modernos, porque sé que los nombres cambian. No, al contrario, he buceado en todas las reliquias del lugar, he investigado personalmente cada región que podía llegar a concordar con la calle que conocí como Rue d’Auseil, no importa cual fuera su nombre. Mas a pesar de todo lo que hice, aún me humilla mi incapacidad de encontrar la casa, la calle o siquiera la localidad donde, durante los últimos meses de mi vida miserable como estudiante de metafísica en la universidad, escuché la música de Erich Zann.
Mi memoria está quebrada, no lo dudo; pues mi salud, física y mental, sufrió perturbaciones terribles durante todo mi período de residencia en la Rue d’Auseil, y recuerdo que no llevé a ninguna de mis escasas amistades allí. Pero no poder encontrar el lugar otra vez es tan singular como desconcertante; pues quedaba apenas a media hora a pie desde la universidad y se destacaba por peculiaridades que un visitante difícilmente podría olvidar. Nunca he conocido a nadie que haya visto la Rue d’Auseil.
Original:
The Music of Erich Zann (excerpt)
I have examined maps of the city with the greatest care, yet have never again
found the Rue d’Auseil. These maps have not been modern maps alone, for I know
that names change. I have, on the contrary, delved deeply into all the
antiquities of the place, and have personally explored every region, of whatever
name, which could possibly answer to the street I knew as the Rue d’Auseil. But
despite all I have done, it remains an humiliating fact that I cannot find the
house, the street, or even the locality, where, during the last months of my
impoverished life as a student of metaphysics at the university, I heard the
music of Erich Zann.
That my memory is broken, I do not wonder; for my health, physical and mental,
was gravely disturbed throughout the period of my residence in the Rue d’Auseil,
and I recall that I took none of my few acquaintances there. But that I cannot
find the place again is both singular and perplexing; for it was within a
half-hour’s walk of the university and was distinguished by peculiarities which
could hardly be forgotten by any one who had been there. I have never met a
person who has seen the Rue d’Auseil.