domingo, 15 de abril de 2012

Los crisantemos (fragmento)

John Steinbeck (1902-1968)
Traducción de Javier Gómez




La niebla de invierno, espesa como lana gris, cerraba el Valle de Salinas al cielo y al resto del mundo. Era una tapa apoyada en el borde de las montañas, que convertía al enorme valle en una olla cerrada. Sobre el extenso suelo llano del fondo, los arados se hincaban hondo y dejaban la tierra negra brillando como metal en los surcos abiertos por las cuchillas. Junto a los ranchos sobre las laderas cruzando el Río Salinas, los rastrojos amarillos parecían bañados por un sol pálido y frío, pero no había sol en el valle en diciembre. Los arbustos espesos que bordeaban el río elevaban sus agudas hojas amarillas como llamas triunfantes.
Era tiempo de quietud y espera. El aire estaba frío y suave. Un viento débil soplaba desde el sudoeste, así que los granjeros tenían esperanzas de que una buena lluvia no se demorara. Pero niebla y lluvia nunca llegaban juntas.
Al otro lado del río, en el rancho de Henry Allen al pie de la montaña, había poco trabajo pues el heno ya había sido cortado y almacenado, y los huertos estaban arados para recibir a fondo la ansiada lluvia. El ganado en las cuestas más altas estaba adquiriendo un aspecto descuidado y salvaje.
Elisa Allen, que trabajaba en su jardín, miró hacia abajo al otro lado del patio y vio a Henry, su esposo, que hablaba con dos hombres vestidos de traje. Los tres estaban parados junto al cobertizo del tractor, cada uno con un pie sobre el costado del pequeño Fordson. Fumaban y observaban la máquina mientras conversaban.
Elisa los observó un momento y después regresó a su trabajo. Tenía treinta y cinco años. Su rostro era austero y fuerte y sus ojos claros como el agua. Su silueta se veía torpe y pesada dentro de las ropas de jardinería, llevaba un sombrero negro de hombre echado sobre los ojos, botas de labranza, un vestido estampado cubierto casi por completo por un amplio delantal de pana con cuatro bolsillos grandes para las tijeras, el desplantador y el rastrillo de mano, las semillas y el cuchillo que usaba. Tenía puestos unos guantes de cuero gruesos para protegerse las manos mientras trabajaba.
Estaba cortando los ramos de crisantemos del año pasado con un par de tijeras cortas y robustas. Bajaba de vez en cuando su mirada hacia los hombres junto al cobertizo del tractor. Su rostro se veía ambicioso y adulto y apuesto; hasta su trabajo con las tijeras desbordaba de ambición, de fuerza. Los tallos de los crisantemos parecían demasiado pequeños y dóciles frente a su energía.

Original:

The Chrysanthemums (excerpt)

The high gray-flannel fog of winter closed off the Salinas Valley from the sky and from all the rest of the world. On every side it sat like a lid on the mountains and made of the great valley a closed pot. On the broad, level land floor the gang plows bit deep and left the black earth shining like metal where the shares had cut. On the foothill ranches across the Salinas River, the yellow stubble fields seemed to be bathed in pale cold sunshine, but there was no sunshine in the valley now in December. The thick willow scrub along the river flamed with sharp and positive yellow leaves.
It was a time of quiet and of waiting. The air was cold and tender. A light wind blew up from the southwest so that the farmers were mildly hopeful of a good rain before long; but fog and rain did not go together.
Across the river, on Henry Allen's foothill ranch there was little work to be done, for the hay was cut and stored and the orchards were plowed up to receive the rain deeply when it should come. The cattle on the higher slopes were becoming shaggy and rough-coated.
Elisa Allen, working in her flower garden, looked down across the yard and saw Henry, her husband, talking to two men in business suits. The three of them stood by the tractor shed, each man with one foot on the side of the little Ford-son. They smoked cigarettes and studied the machine as they talked.
Elisa watched them for a moment and then went back to her work. She was thirty-five. Her face was lean and strong and her eyes were as clear as water. Her figure looked blocked and heavy in her gardening costume, a man's black hat pulled low down over her eyes, clod-hopper shoes, a figured print dress almost completely covered by a big corduroy apron with four big pockets to hold the snips, the trowel and scratcher, the seeds and the knife she worked with. She wore heavy leather gloves to protect her hands while she worked.
She was cutting down the old year's chrysanthemum stalks with a pair of short and powerful scissors. She looked down toward the men by the tractor shed now and then. Her face was eager and mature and handsome; even her work with the scissors was over-eager, over-powerful. The chrysanthemum stems seemed too small and easy for her energy.

domingo, 4 de septiembre de 2011

What is your life

Miguel de Unamuno y Jugo (1864-1936)
Traducción de Javier Gómez


What is your life, soul of mine?, what your wage?
rain on the lake!
What is your life, soul of mine, your habit?
wind on the summit!

How does your life, soul of mine, renew?,
shadow in the cave!
rain on the lake!
wind on the summit!
shadow in the cave!

Tears is the rain from the sky,
and the wind is sob without leaving,
grief, the shadow with an endless cry,
and rain and wind and shadow make living. 

Original:


Qué es tu vida


¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?,
¡lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre?
¡viento en la cumbre!

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?,
¡sombra en la cueva!,
¡lluvia en el lago!,
¡viento en la cumbre!,
¡sombra en la cueva!

Lágrimas es la lluvia desde el cielo,
y es el viento sollozo sin partida,
pesar, la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento y sombra hacen la vida.

domingo, 14 de agosto de 2011

La música de Erich Zann (fragmento)

H.P. Lovecraft (1890-1937)
Traducción de Javier Gómez



He consultado mapas de la ciudad con el mayor esmero, pero aun así jamás volví a encontrar la Rue d’Auseil. No hablo solo de mapas modernos, porque sé que los nombres cambian. No, al contrario, he buceado en todas las reliquias del lugar, he investigado personalmente cada región que podía llegar a concordar con la calle que conocí como Rue d’Auseil, no importa cual fuera su nombre. Mas a pesar de todo lo que hice, aún me humilla mi incapacidad de encontrar la casa, la calle o siquiera la localidad donde, durante los últimos meses de mi vida miserable como estudiante de metafísica en la universidad, escuché la música de Erich Zann.
Mi memoria está quebrada, no lo dudo; pues mi salud, física y mental, sufrió perturbaciones terribles durante todo mi período de residencia en la Rue d’Auseil, y recuerdo que no llevé a ninguna de mis escasas amistades allí. Pero no poder encontrar el lugar otra vez es tan singular como desconcertante; pues quedaba apenas a media hora a pie desde la universidad y se destacaba por peculiaridades que un visitante difícilmente podría olvidar. Nunca he conocido a nadie que haya visto la Rue d’Auseil.

Original:

The Music of Erich Zann (excerpt)

I have examined maps of the city with the greatest care, yet have never again
found the Rue d’Auseil. These maps have not been modern maps alone, for I know
that names change. I have, on the contrary, delved deeply into all the
antiquities of the place, and have personally explored every region, of whatever
name, which could possibly answer to the street I knew as the Rue d’Auseil. But
despite all I have done, it remains an humiliating fact that I cannot find the
house, the street, or even the locality, where, during the last months of my
impoverished life as a student of metaphysics at the university, I heard the
music of Erich Zann.
That my memory is broken, I do not wonder; for my health, physical and mental,
was gravely disturbed throughout the period of my residence in the Rue d’Auseil,
and I recall that I took none of my few acquaintances there. But that I cannot
find the place again is both singular and perplexing; for it was within a
half-hour’s walk of the university and was distinguished by peculiarities which
could hardly be forgotten by any one who had been there. I have never met a
person who has seen the Rue d’Auseil.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La voz de lo salvaje (fragmento)

Jack London (1876-1916)
Traducción de Javier Gómez


Día y noche el barco latía con el pulso infatigable de la hélice, y aunque cada día se parecía mucho a los demás, era evidente para Buck que el clima se hacía cada vez más frío. Por fin, una mañana, la hélice se detuvo y una atmósfera de excitación se extendió por el Narval. Buck la sintió, como los otros perros, y supo que se acercaba un cambio. François les puso las correas y los llevó a cubierta. Con el primer paso sobre la superficie helada, la pata de Buck se hundió en algo pastoso y blanco muy parecido al barro. Bufando, retrocedió de un salto. Más de esta cosa blanca caía por el aire. Se sacudió, pero más cosa le cayó encima. La olfateó curioso, después recogió un poco con la lengua. Ardía como el fuego, y al instante desaparecía. Eso lo intrigaba. Probó otra vez, con el mismo resultado. Los que miraban rieron con fuerza y se sintió avergonzado, sin saber por qué, pues era su primera nevada.

Original:


The Call of the Wild (excerpt)

Day and night the ship throbbed to the tireless pulse of the propeller, and though one day was very like another, it was apparent to Buck that the weather was steadily growing colder. At last, one morning, the propeller was quiet, and the Narwhal was pervaded with an atmosphere of excitement. He felt it, as did the other dogs, and knew that a change was at hand. François leashed them and brought them on deck. At the first step upon the cold surface, Buck's feet sank into a white mushy something very like mud. He sprang back with a snort. More of this white stuff was falling through the air. He shook himself, but more of it fell upon him. He sniffed it curiously, then licked some up on his tongue. It bit like fire, and the next instant was gone. This puzzled him. He tried it again, with the same result. The onlookers laughed uproariously, and he felt ashamed, he knew not why, for it was his first snow.


sábado, 23 de julio de 2011

A Journal's Journey

Julio Cortázar (1914-1984)
Traducción de Javier Gómez

A man catches the tram after buying the journal and slipping it under his arm. Half an hour later he gets off with the same journal under the same arm. But it’s no longer the same journal, now it’s a pile of printed pages that the man leaves on a park bench.

When left alone on the bench, the pile of printed pages becomes a journal again, till a boy sees it, reads it and leaves it turned into a pile of printed pages. When left alone on the bench, the pile of printed pages becomes a journal again, till an old lady finds it, reads it and leaves it turned into a pile of printed pages. Then she takes it home and on the way she wraps a pound of chard with it, which is what journals are meant to do after all those thrilling metamorphoses.

Original:

El diario a diario

Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de plaza.

Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.

domingo, 12 de junio de 2011

Bailemos

Charles Bukowski (1920-1994) 
Traducción de Javier Gómez



bailemos, mundo triste --
locos en casas de piedra
sin puertas,
leprosos humeando amor y música
ranas buscando entender
el cielo;
bailemos, cosas tristes --
dedos partidos en el taller
vejez como las migas del desayuno
libros usados, gente usada
flores usadas, amor usado
te necesito
te necesito
te necesito:
se fue
como un caballo o un perro,
muerto, perdido
o que no perdona.

Original:

sway with me

sway with me, everything sad --
madmen in stone houses
without doors,
lepers steaming love and song
frogs trying to figure
the sky;
sway with me, sad things --
fingers split on a forge
old age like breakfast shell
used books, used people
used flowers, used love
I need you
I need you
I need you:
it has run away
like a horse or a dog,
dead or lost
or unforgiving.

domingo, 22 de mayo de 2011

The Hand

Juan Gelman (1930-)
Traducción de Javier Gómez



don't put your hand in the water
it'll go away as a fish/
don't put water in your hand
for the ocean will come
and the shore thereafter/


leave your hand like that/
in the air
in itself/
with no beginning/
nor end


Original:



la mano

no pongas la mano en el agua
porque se irá de pez/
no pongas agua en tu  mano
porque vendrá el océano
y la orilla después/

dejá tu mano así/
en su aire
en ella/
sin comienzo/
ni fin