domingo, 14 de agosto de 2011

La música de Erich Zann (fragmento)

H.P. Lovecraft (1890-1937)
Traducción de Javier Gómez



He consultado mapas de la ciudad con el mayor esmero, pero aun así jamás volví a encontrar la Rue d’Auseil. No hablo solo de mapas modernos, porque sé que los nombres cambian. No, al contrario, he buceado en todas las reliquias del lugar, he investigado personalmente cada región que podía llegar a concordar con la calle que conocí como Rue d’Auseil, no importa cual fuera su nombre. Mas a pesar de todo lo que hice, aún me humilla mi incapacidad de encontrar la casa, la calle o siquiera la localidad donde, durante los últimos meses de mi vida miserable como estudiante de metafísica en la universidad, escuché la música de Erich Zann.
Mi memoria está quebrada, no lo dudo; pues mi salud, física y mental, sufrió perturbaciones terribles durante todo mi período de residencia en la Rue d’Auseil, y recuerdo que no llevé a ninguna de mis escasas amistades allí. Pero no poder encontrar el lugar otra vez es tan singular como desconcertante; pues quedaba apenas a media hora a pie desde la universidad y se destacaba por peculiaridades que un visitante difícilmente podría olvidar. Nunca he conocido a nadie que haya visto la Rue d’Auseil.

Original:

The Music of Erich Zann (excerpt)

I have examined maps of the city with the greatest care, yet have never again
found the Rue d’Auseil. These maps have not been modern maps alone, for I know
that names change. I have, on the contrary, delved deeply into all the
antiquities of the place, and have personally explored every region, of whatever
name, which could possibly answer to the street I knew as the Rue d’Auseil. But
despite all I have done, it remains an humiliating fact that I cannot find the
house, the street, or even the locality, where, during the last months of my
impoverished life as a student of metaphysics at the university, I heard the
music of Erich Zann.
That my memory is broken, I do not wonder; for my health, physical and mental,
was gravely disturbed throughout the period of my residence in the Rue d’Auseil,
and I recall that I took none of my few acquaintances there. But that I cannot
find the place again is both singular and perplexing; for it was within a
half-hour’s walk of the university and was distinguished by peculiarities which
could hardly be forgotten by any one who had been there. I have never met a
person who has seen the Rue d’Auseil.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La voz de lo salvaje (fragmento)

Jack London (1876-1916)
Traducción de Javier Gómez


Día y noche el barco latía con el pulso infatigable de la hélice, y aunque cada día se parecía mucho a los demás, era evidente para Buck que el clima se hacía cada vez más frío. Por fin, una mañana, la hélice se detuvo y una atmósfera de excitación se extendió por el Narval. Buck la sintió, como los otros perros, y supo que se acercaba un cambio. François les puso las correas y los llevó a cubierta. Con el primer paso sobre la superficie helada, la pata de Buck se hundió en algo pastoso y blanco muy parecido al barro. Bufando, retrocedió de un salto. Más de esta cosa blanca caía por el aire. Se sacudió, pero más cosa le cayó encima. La olfateó curioso, después recogió un poco con la lengua. Ardía como el fuego, y al instante desaparecía. Eso lo intrigaba. Probó otra vez, con el mismo resultado. Los que miraban rieron con fuerza y se sintió avergonzado, sin saber por qué, pues era su primera nevada.

Original:


The Call of the Wild (excerpt)

Day and night the ship throbbed to the tireless pulse of the propeller, and though one day was very like another, it was apparent to Buck that the weather was steadily growing colder. At last, one morning, the propeller was quiet, and the Narwhal was pervaded with an atmosphere of excitement. He felt it, as did the other dogs, and knew that a change was at hand. François leashed them and brought them on deck. At the first step upon the cold surface, Buck's feet sank into a white mushy something very like mud. He sprang back with a snort. More of this white stuff was falling through the air. He shook himself, but more of it fell upon him. He sniffed it curiously, then licked some up on his tongue. It bit like fire, and the next instant was gone. This puzzled him. He tried it again, with the same result. The onlookers laughed uproariously, and he felt ashamed, he knew not why, for it was his first snow.